El Mundo Empresarial del COVID-19

Algunas interpretaciones sobre los hechos empresariales que son noticia durante la pandemia

Si algo tienen en común las pandemias y las crisis económicas es que ambas generan un marcado cambio de comportamiento en las personas, en los mercados, y en general en varios aspectos de lo que se considera la vida “normal”. Esta similitud resulta práctica, pues por primera vez el mundo se está enfrentando a la pandemia y a la crisis al mismo tiempo.

La situación en la que se encuentran las empresas no solo es complicada, parece un escenario de un examen, tal vez de sociología o de economía con una pregunta que se redactaría de una forma similar a esta: “¿Qué pasaría si se prohíbe la salida de las personas a las calles?”

Hoy, luego de casi cinco semanas de aislamiento preventivo (y dos restantes), seguimos sin saber la respuesta. Sin embargo, hay una cosa que sí es segura, y es que el cambio es inminente.

De un día para otro a las empresas les cambiaron las reglas de juego, y, tanto la mas grande como la mas pequeña, se enfrentaron a una misma coyuntura, y aunque duela decirlo, muchas no sobrevivirán. En medio de todo este desastre, han circulado una serie de ideas nuevas, tanto afuera como adentro de las empresas.

Por la parte externa sucede algo sumamente interesante. Las empresas no se están midiendo en términos de ventas (entre otras porque muchas están teniendo dificultades para vender), por el contrario, se están midiendo en temas de solidaridad, cuál tomó las mejores medidas para sus trabajadores, cuál ha donado más, cual está generando las mejores campañas. Algo no solo nuevo, sino además algo que hace seis meses era impensable. Quién se iba a imaginar una fábrica cerrada, pero pagando salarios, como sucede en Arturo Calle. O firmas de abogados, comprando las cosechas que los campesinos no pudieron vender, y donándola a aquellos que no tienen qué comer. El intelecto en los negocios cambió de enfoque, y ahora se centra en ayudar.

Internamente en las empresas la catástrofe tuvo muchos efectos. Aquellos que no sentían gusto por la tecnología, o que sencillamente no la incluían en su vida, se vieron obligados a hacerlo.

La automatización de los trabajos humanos es un tema que viene de hace varios años, no es nuevo. Y en Colombia no somos ajenos a este. Independientemente de si se está o no de acuerdo, si este tema antes tenía fuerza, el impulso con que va a llegar cuando la pandemia culmine será abismal.

El teletrabajo también demostró un punto importante; con un computador se pueden realizar la mayoría de los trabajos modernos, lo cual dibuja un signo de interrogación sobre la necesidad de las oficinas, y pone en cuestión gigantes como lo es WeWork, pues la necesidad de este tipo de sitios está siendo no solo cuestionada, está siendo probada directamente.

Hubo muchas variantes en estas semanas de miedo, incertidumbre, y reflexión (tal vez forzada). De alguna manera estábamos tan ocupados, que cuando nos vimos obligados a tomar una pausa, no supimos que hacer con el tiempo. Muchos empezaron a cocinar, o a leer. Otros empezamos a escribir. Que hay tragedias, sí, que el desempleo nos afecta a todos, de acuerdo.

Lo importante seria tal vez que estas reflexiones no se olviden. Que este experimento forzado tenga efecto a largo plazo, y las empresas que se dieron cuenta que también sirven para generar sostenibilidad, lo sigan haciendo, pues una cosa que se evidenció en Colombia es la falta, y la inmensa ausencia del llamado “emprendimiento social” que tan de moda está en Europa o en Estados Unidos, y que aquí no ha cogido vuelo no porque no hayan buenas universidades, porque sí las hay, o no porque no hayan emprendedores, porque sí los hay. Sencillamente teníamos otra mentalidad, y tal vez otra finalidad. Pero ahora que las reglas de juego cambiaron, puede que la meta haya cambiado también.

Son estas, algunas de las conclusiones apresuradas a las que se pueden llegar en estos días. Una interpretación de los hechos, si se quiere. De lo que no cabe duda es que INDUMIL fabricando camillas, y ECOPETROL donando 10.000 millones de pesos un día que el petróleo valía menos que un petaco de cerveza, son acciones que están por fuera del paradigma común y corriente. No estamos afirmando que sean solo las empresas que hacen donaciones las que vayas a sobrevivir, o que la clave de éxito es pagar la nómina cuando no están laborando los trabajadores. Estamos afirmando que está sucediendo un cambio de mentalidad, un cambio en la forma en la que se miran los negocios, un antes y un después; el resultado, estamos próximos a vivirlo.


                                                       Escrito por: Juan Diego Beltran Santoyo

                                                                                Abogado Junior BrandCop.